#ProResearchMatters

Hace un tiempo que en ScrollUp surgió el debate de cómo se está abordando la práctica de la investigación en el ámbito del diseño de experiencias y el rol del investigador desde una perspectiva naïve.

Esta reflexión no es nueva, por mencionar algunos artículos, rescato este de Anna Demina «I don’t need a UX researcher designers can do research» (que por cierto conocemos porque estuvo de prácticas en ScrollUp y aprovechamos para saludarla 🙂 ) y de Ellen Carey «Not just anybody should do user research».

En nuestro sector, está siendo recurrente encontrarnos cómo la investigación queda relegada a una actividad meramente funcional, carente del empaque científico, ortodoxo y metodológico de lo que la propia naturaleza del término “investigar” representa.

Es fácil encontrar empresas y proyectos que incluyen investigación por el mero hecho de cubrir expediente y sin conciencia de hacer algo “contraproducente” cuando asignan perfiles que no son de research. En este escenario, podemos considerarnos con suerte si al menos estas personas han tenido un contacto breve con la disciplina de alguna u otra forma (lectura, curso, participación en algún estudio…).

Lo paradójico, es que si de verdad se considera importante como para incluirlo en el proceso, ¿por qué no se dedican los recursos que de verdad merece?

 Esto tiene una lectura de fondo muy desalentadora porque indica que se ha instaurado parte del mensaje pero no de manera completa y por tanto, tenemos un “punto de dolor” a mejorar y trabajar.

 

Analizando la paradoja

Pensemos un poco en los últimos porqués de esta paradoja para ver si podemos identificar los problemas y entre todos buscar acciones concretas:

  • Criterios cuestionables. Se incluye la investigación porque __________ (insertar lo que mejor proceda en la ecuación: “está de moda”, «quiero quedar bien”, mejor algo rápido que nada….).

Punto de dolor a mejorar: no se abraza el concepto y no se cree o no se conocen los beneficios reales de lo que la investigación puede proporcionar. Predomina una tendencia, una moda o lo que es peor, la obligatoriedad impuesta desde otras voces.

 

  • Nos encontramos en la cultura del todo vale: lo rápido, lo ágil, el aquí y ahora y como bien sabemos, NO TODO VALE. “Hacer” es clave pero una actividad realizada pero incorrecta puede tener, según el contexto, implicaciones muy negativas.

Punto de dolor a mejorar: no hay conocimiento sobre o no se han sufrido aún, las consecuencias de una investigación mal enfocada o ejecutada.

 

  • El conocimiento, las competencias, habilidades y esfuerzo de un UX researcher se infravaloran. Partimos de la base de que es obvio que hay profesiones más complejas que otras que requieren de mayor conocimiento técnico y entrenamiento. No estamos, por tanto, en el punto de debatir si la investigación entra en la categoría “compleja” o “fácil”, pero sí estamos en la de porqué se percibe fácil.

Punto de dolor a mejorar: no se conocen bien las competencias y habilidades necesarias y/o resultan demasiado cercanas y familiares. En este punto, varios sesgos cognitivos contribuyen a ampliar el efecto de infravaloración.

Por un lado, nos encontramos con el sesgo de confirmación. Si no conocemos bien las competencias y habilidades necesarias y además partimos de una creencia inicial de que algo es fácil o asequible, es probable que se ignoren los elementos que demuestren lo contrario. En el siguiente artículo de @Kama Kaczmarczyk «The importance of design researchers and who gets to be one» se hace una primera aproximación identificando algunas de las habilidades y competencias más relevantes.

Por otro lado, en la percepción de la complejidad de una tarea, pueden influir mecanismos como la disponibilidad o proximidad de habilidades y competencias relacionadas. Si las habilidades están más cercanas o son más familiares a las del día a día personal y profesional del sujeto que se enfrenta a la nueva actividad de investigación, se puede sobreestimar la probabilidad de adquirir la maestría y el esfuerzo necesarios para llevarla a cabo, subestimando la dificultad de la tarea. Pero también se puede sobreestimar la probabilidad de ejecutarla con éxito. Por ejemplo, es probable que alguien sin preparación acepte moderar una entrevista, pero no entrar en quirófano a realizar una operación cardiovascular.

Sin embargo, es importante recordar que una cosa es que las habilidades estén más disponibles o próximas a nuestro conjunto de habilidades, y otra muy diferente es la capacidad de desempeñarlas con excelencia

 

  • Se observa una falta de apreciación y reconocimiento del valor y utilidad que aporta un perfil técnico especializado de investigación que aplica la disciplina con método y rigor científico.

Punto de dolor a mejorar: no todos los problemas se deben a agentes extrínsecos, nosotros como profesionales debemos asumir nuestra responsabilidad. Esta falta de reconocimiento puede deberse a que no siempre hemos demostrado ni ofrecido ese valor añadido de manera efectiva, bien por no adaptarnos a los tiempos, ofrecer resultados complejos, menos útiles, insights superficiales, etc. Para mejorar la sensibilidad en nuestros receptores y fomentar el juicio crítico sobre prácticas poco profesionales, es esencial que eduquemos a través de nuestro ejemplo.

Esto es solo el principio ¿Se te ocurren otros aspectos que podrían ser relevantes en este sentido?

 

Y por si ha quedado alguna duda…

  • No es un debate sobre si hay profesionales fuera del ámbito de la investigación en UX que sean o puedan ser buenos researchers, porque sí los hay y muy buenos.
  • No estamos diciendo que la investigación sea elitista y exclusiva, solo al alcance de unos pocos.
  • No tenemos miedo al intrusismo en nuestro campo profesional. No queremos convertirlo en el Anillo de Tolkien y ser como Gollum, obsesionados con su posesión. Por el contrario, estamos felices de compartirlo con todo profesional que tenga interés (lo siento, tenía que caer una referencia freak).

 

Creemos firmemente que hay lugar para el aprendizaje y que es necesario dar oportunidades a todos los que están empezando o se están “reconvirtiendo”. El objetivo es luchar contra la presunción naïve de: “cualquiera puede hacer las actividades de investigación sin la suficiente preparación y sin importar las consecuencias”  

Como profesionales de la investigación debemos preguntarnos qué debemos hacer o mejorar para poder acompañar este cambio de mentalidad. Por eso hoy, queremos contribuir a esta toma de conciencia con este artículo y la creación del hashtag #ProResearchMatters